Cuando alguien cumple 33 años lo primero que por lo general te dicen es: "La edad del Señor."  Y la verdad es bonito pensarlo así.  Por supuesto, no debe haber razón para pensar que todo irá bien durante los 12 meses que uno tiene 33, ya que si a esas nos ponemos, el Señor fue crucificado a esa edad.  Por lo que en lo personal, procuré celebrar mi cumpleaños de manera sobria.  Digo, siempre he estado sobria, libre de alcohol y eso...me refiero a no piñata, no fiesta...nada de eso.  A pesar de mi oposición por una celebración ostentosa mis compañeras de trabajo ya habían preparado algo especial....asi que saliendo del trabajo la noche del 19 de noviembre del año pasado, nos fuimos a comer.

Pasamos un muy buen tiempo, riéndonos, platicando e intercambiando opiniones.  Mientras comiamos un pensamiento aleatorio cruzó mi mente...mi carro.  Jamás he pensado en mi carro mientras como o estoy con buena compañía...pero esta vez pensé en él.  Mi Ford Ranger 95, mejor conocido como el Becky-móvil.  Practicamente inconfundible.

Después de la comida, pastel y platica nos despedimos afirmando que nos reuniríamos más seguido aunque no hubiera cumpleaños.  Ruth se me adelantó hacia donde había dejado estacionado el carro y de repente noté que ya había dado más pasos de lo que dimos al llegar.  "Ruth.....nos robaron el carro"-le dije.  "Es broma, verdad?"-me dijo.  Efectivamente....no lo era.  En verdad nos habían robado el carro.....y no solo el carro; la laptop, los libros de la escuela, estambres y agujas, la refacción y todo lo demás que habíamos dejado adentro.

Procedí a hacer las llamadas correspondientes y a pensar en cómo le ibamos a hacer ahora...