Se dice que después de varios días de realizar una misma actividad, esta se hace costumbre y la verdad ya me había a costumbrado a andar en pesera. Lo único que no me gustaba era la cantidad de tiempo que se consume. Pero a decir verdad, hasta lo disfruté. Pude ver la ciudad de una manera distinta y ver aspectos de la misma que se me habían escapado antes.
Con únicamente 3 peseras circulando en la colonia, la espera de ir de un punto a otro puede ser prolongada. Asi que en el inter logré comenzar y terminar proyectos de tejido, conocer y saludar vecinos y sucedió que hasta un soldado de la Marina Armada de Mexico no perdiera tiempo y me pidiera mi número de teléfono (que a decir verdad, fue un buen intento). Como mencioné en la publicación anterior, cada salida era una aventura nueva!
Conforme iban pasando las semanas, la Navidad estaba ya a la vuelta de la esquina. La esperanza de los aguinaldos se veía cada vez más tangible. Ruth y yo ya sabíamos para qué utilizaríamos nuestro aguinaldo. Continuar ahorrando para completar para otro carro, que mucha falta nos hacía. Teníamos practicamente el plan perfecto. Juntaríamos ese dinero y otras quincenas más para completar...por lo que proyectábamos tener el carro para mediados de marzo o abril. Sonaba razonable, ¿no?
Una tarde mientras esperaba la pesera de regreso recibí un mensaje o una llamada, no recuerdo cual, pero me decían que un amigo de Chot y Vashti Lancaster, a quien ni siquiera conocíamos se enteró de lo que nos pasó y Dios puso en su corazón ayudarnos a conseguir un carro. Ninguno de nosotros podíamos procesar lo que estaba pasando. Así que para despejarnos de dudas Sara y yo fuimos a hablar en persona con él esa misma tarde. Fue un encuentro corto, pero lo puedo resumir aún más en una pregunta que le hice: "¿Es esto una especie de préstamo?" le pregunté, a lo que contestó: "No. Es un regalo para ustedes. Es algo que yo quiero hacer por ustedes para el Señor". Me quedé atónita. Una, por el hecho de ver que aún existen personas que con desinteres hacen cosas impresionantes, y dos, porque Dios nos volvió a cambiar los planes. Ruth y yo habíamos hecho el plan perfecto (según nosotras) Sin saber que Dios, por medio de esta persona, que no habíamos conocido antes, tenía un mejor plan para nosotros.
Hebreos 11:6 al final dice que "...Él es galardonador de los que le buscan."
Foto del Blvd. Hidalgo desde el puente peatonal. |
Conforme iban pasando las semanas, la Navidad estaba ya a la vuelta de la esquina. La esperanza de los aguinaldos se veía cada vez más tangible. Ruth y yo ya sabíamos para qué utilizaríamos nuestro aguinaldo. Continuar ahorrando para completar para otro carro, que mucha falta nos hacía. Teníamos practicamente el plan perfecto. Juntaríamos ese dinero y otras quincenas más para completar...por lo que proyectábamos tener el carro para mediados de marzo o abril. Sonaba razonable, ¿no?
Una tarde mientras esperaba la pesera de regreso recibí un mensaje o una llamada, no recuerdo cual, pero me decían que un amigo de Chot y Vashti Lancaster, a quien ni siquiera conocíamos se enteró de lo que nos pasó y Dios puso en su corazón ayudarnos a conseguir un carro. Ninguno de nosotros podíamos procesar lo que estaba pasando. Así que para despejarnos de dudas Sara y yo fuimos a hablar en persona con él esa misma tarde. Fue un encuentro corto, pero lo puedo resumir aún más en una pregunta que le hice: "¿Es esto una especie de préstamo?" le pregunté, a lo que contestó: "No. Es un regalo para ustedes. Es algo que yo quiero hacer por ustedes para el Señor". Me quedé atónita. Una, por el hecho de ver que aún existen personas que con desinteres hacen cosas impresionantes, y dos, porque Dios nos volvió a cambiar los planes. Ruth y yo habíamos hecho el plan perfecto (según nosotras) Sin saber que Dios, por medio de esta persona, que no habíamos conocido antes, tenía un mejor plan para nosotros.
Hebreos 11:6 al final dice que "...Él es galardonador de los que le buscan."
Foto en el interior del auto. |
- 5:20:00 p.m.
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